miércoles

Sin título

Las olas son almas con ansias de sentir una vez más el sol,
los peces forman fuegos pirotécnicos a manera de bienvenida.
Una pareja de árboles hace el amor bajo la tierra,
gimen con el viento.
Entonces, los gatos arañan el cielo y llueven estrellas fugaces.

A lo lejos, lobos aúllan plegarias al manto negro iluminado por el cuerpo del dios.

Con la llegada del silencio, el grillo se viste de gala para solazar con su violín.
Los caracoles cargan la esencia de la locura, van dejando rastros que son olfateados por estrellas de mar.

Elipsis…

La sangre se coagula.
El hombre es condenado a ser un artefacto con pies de charol.

Introspectiva


Nos ahogamos en una gota de lluvia para que èsta nos bañe el futuro.



viernes

Soñar despierta

C’ était un petit garçon aux yeux brun.

Sólo en sueños nos hemos visto. Tal vez en otra vida dices tú. En un paisaje del que fuiste creador. Invierno. La cita al medio día o en la madrugada. Nos vimos. En tu cama. La voluntad se fue de vacaciones. Nos descubrimos sobre la alfombra. Hiciste que la luna menguara sobre mi nombre. Nos almorzamos a bezos. Nos atizamos con caricias. Las manos pueden andar solas, sin palabras, las manos pueden ser elocuentísimas dice Rolando Asuero. Te dieron risa mis uñas parecidas al hocico de un animal dijiste tú. Ja. Olía a ti. Me gustaba. A baúl que guarda eufemismos. Mokita dijo alguien. El abrazo es la manera más fácil de detener el tiempo. El abrazo es indispensable. Hablamos. Siempre mirando el infinito de un techo. Hablamos. Observando el desgaje de la habitación. Y hablamos. Deberíamos hacerlo más seguido digo yo. En lugar de qué dices tú. Me estampas un bezo. Mjm. Ronroneas. Ja. Somos tan parecidos. Nuestras palabras siempre coinciden. Reinventamos la manera de comunicarnos. Hicimos que el tiempo se mudara… Pero todo esto sólo pasa en sueños. Tal vez en otra vida dijiste tú. Ja.

sábado

Identidad

Ésta soy yo, la que lleva por brazos y piernas, varitas de nardo que florecen con sus estigmas.
Soy, la que lleva en el pelo un racimo de uvas derretidas por el frío.
Yo, cargo en las manos diez efigies abstractas.
Soy yo, la mujer que anida en sus pechos una pareja de tórtolas.
Ésta soy yo, a quien le dieron como ombligo un oráculo que sólo predice su nacimiento.
Soy, quien cuelga de sus oídos signos de interrogación.
Yo, la niña que, en ocasiones, no alcanza a cerrar las canillas de sus ojos.
Soy yo, quien teje y desteje su sombra.
Ésta soy yo, quien se distingue por un punto final bajo la boca.